Migra acciones: laberinto, palabras, vacío.
“Los viajes son los viajeros.
Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que
somos”
Fernando Pessoa
Migrar
quizás no resulte solo la acción del que parte -o debe partir- del lugar de donde nació, sino el
modo en que viajamos, real o mentalmente, para reconstituirnos a lo largo de
nuestras vida. Por eso palabras como “partir-salir-extrañar-añorar-mudar-explorar…”,
son verbos en infinitivo que pueden aplicarse al que “emigra” físicamente, pero
igualmente a cualquier desplazamiento humano que oscile entre ese “ser” y un “estar”, en esa
reconfiguración de nuestras múltiples identidades –sociales o culturales, personales
y psicológicas.
La escogencia de tales términos en la exposición Migra-acciones, de Eugenia S Rudin, a partir de un oculto laberinto de crucigramas, junto a la condición in-visible de esas palabras mismas, potencia ese carácter ambivalente de lo que pudiera representar el “migrar”, en un sentido más amplio y abierto: “renunciar-reiniciar-dudar-desconfiar-conquistar-construir-buscar-desear…”
La escogencia de tales términos en la exposición Migra-acciones, de Eugenia S Rudin, a partir de un oculto laberinto de crucigramas, junto a la condición in-visible de esas palabras mismas, potencia ese carácter ambivalente de lo que pudiera representar el “migrar”, en un sentido más amplio y abierto: “renunciar-reiniciar-dudar-desconfiar-conquistar-construir-buscar-desear…”
Con puntos de confluencia –e influencias- de artistas que han trabajado a partir de las interacciones entre “imagen y texto” con distintas connotaciones y énfasis (desde conceptualistas clásicos como Joseph Kosuth y Lawrence Wiene, hasta artistas mujeres como Jenny Holzer y Barbara Kruger, o latinoamericanos como Luis Camnitzer y Alfredo Jaar), así como bebiendo también de una poesía caligramática y literatura visual que experimentaron en disímiles interacciones entre palabras y figuraciones durante todo el siglo XX y hasta la actualidad, la muestra Migra Acciones busca colocarse a medio camino de ese arte y escritura mentales y visuales, como ejercicio comunicativo, pero también como hecho estético. En ese sentido, esta especie de fantasmal exposición, pareciera hacer suya la sugerente referencia de Michel Foucault a Magritte y su célebre pipa, como negación textual y de representación, cuando afirmó: “La semejanza era la forma invisible de lo que, en el fondo del mundo, hacía que las cosas fueran visibles; sin embargo, para que esta forma salga a su vez a la luz, es necesaria una figura visible que la saque de su profunda invisibilidad”
Por eso, tal
vez uno de los mayores “misterios” (para decirlo en términos de Oscar Wilde)
que ofrece esa in-visibilidad de las palabras que interactúan en Migra-acciones, sea la incompletud del
lenguaje del que habla el psicoanálisis lacaniano, y por extensión, como
expresión o metáfora de la precariedad y lo inacabado en la construcción constante
de lo “identitario”.
Ese carácter in-visible se evidencia, además, a partir de otro “misterio” que nos ofrece esta en apariencia vacía muestra: esas paredes blancas, raspadas de manera irregular, esconden lo que podemos ver y palpar, solamente a través de un mecanismo tecnológico asociado a la visión –la linterna-, pero sobre todo del pensamiento, que activa esas palabras en la mente en crucigramas fragmentados y laberínticos, que debemos ir armando poco a poco, como especie de jirones…
Esa sutil -pero ultraviole(n)ta- luz que emite la linterna, en su éterea desmaterialización, artística y visual, también parece de-velarnos “algo” más: lo que se nos expone o hace visible de pronto, inmediatamente se nos oculta o invisibiliza en otro momento, en una suerte de vuelta a la idea de “galería vacía”, que aquí es indirectamente negada, a partir del vínculo precario y difuso entre luz y oscuridad, mirada y tecnología; quizás para decirnos con Borges, y retomando esa inicial cita de Pessoa asociada al desplazarse, al viajar o migrar, que “Los lugares se llevan, los lugares están en uno.”
Nota: Las palabras seleccionadas para esta muestra, en una estrategia cercana a cierta "estética relacional", también desmaterializada, la artista las obtuvo con el aporte y colaboración de múltiples personas -sobre todo costarricenses y nicaraguenses- a los que se les preguntó justamente, sobre palabras o términos que podían asociar a los procesos migratorios y sus múltiples dilemas.