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27 jun 2016

Capturas: lo documental y lo inasible




Siempre me ha llamado la atención el contrapunto que el fotógrafo y diseñador José Alberto Hernández ha ofrecido entre sus propuestas gráficas -casi siempre alegres, coloridas, lúdicas, refrescantes- y su obra fotográfica -intensa, angustiante, por momento depresiva- vinculada a temas que van de  la morgue y la muerte, a los espacios hospitalarios y carcelarios.  


En su más reciente exposición Capturas,  Hernández ha decidido poner a dialogar tres series interconectadas  (Inventario, RIP-Retratos inconclusos policiales, Grafica de encierro), como parte de una investigación que ha realizado desde 2005 sobre temáticas que se acercan a los documentos judiciales, las armas, el retrato y en general el entorno carcelario.


El espacio donde ha puesto a interactuar estas tres series fotográficas no puede ser más propicio, no solo a nivel museográfico, sino en sus connotaciones metafóricas: los calabozos del antiguo cuartel Bella Vista (hoy Museo Nacional),  donde resuenan aún, entre su laberíntico recorrido, sus desdibujados grafitis, sus habitaciones diminutas y su humedad, algunos  de los lejanos ecos de lo que se vivió en sus interiores en un pasado. Quizás por eso, las fotos que interactúan en ese entorno ex-carcelario, ganan  en intensidades y lecturas que es  imposible de lograr en los espacios más bien asépticos de un museo convencional.



imágenes de espacios: antiguos calabozos de Cuartel Bella Vista
Por otro lado, tanto en Inventario como en RIP –Retratos inconclusos policiales- y Gráficas de encierro, hay una engañosa condición de lo “documental” dentro de la fotografía: archivos judiciales, armas decomisadas, retratos policiales y fotos realizadas por los  reclusos, son de alguna manera “apropiadas” por el investigador-fotógrafo José Alberto Hernández, que las interviene y  transforma: desde los detalles de las actas y los fragmentos de las armas, a la difuminación de los rostros retratados o las pequeñas imágenes de reclusos.


Así, lo que se pone en cuestión aquí es el estatus de la fotografía misma como posibilidad de archivo neutro y documento fidedigno, o al menos la ingenuidad de pensar que esas imágenes  nos permiten conocer la “realidad” de esos crímenes cometidos y su documentación veraz a través de ellas mismas. En ese sentido, cada vez que me acerco a la investigación de este fotógrafo, no puedo dejar de pensar en el modo en que Michel Foucault elaboró sus agudas reflexiones sobre los vínculos entre delito, castigo y aislamiento  en el régimen jurídico moderno (Vigilar y Castigar); pero también, en  la manera en que tanto Foucault (La arqueología del saber) como Roland Barthes (La cámara lúcida), desde perspectivas diferentes aunque en sorprendente sintonía, advertían  sobre la necesidad  de poner en entredicho y cuestionar nuestra racional fe  en los documentos, los archivos y la fotografía como objetivas fuentes de “verdad”.   


Lo que parecen proponer estos tres momentos fotográficos interconectados de José Alberto Hernández, es llevar a planos especulares lo que, de hecho, es ya una difusa “realidad” suspendida en el tiempo y confinada en el espacio: la cárcel. Para ello se explotan los dispositivos técnicos y expresivos que le ofrece la fotografía misma, sobre todo aquella que potencia lo fortuito y lo accidental, pero también lo buscado y manipulado,  como parte esencial de sus intencionalidades y significaciones: desde la ampliación abstracta a la fragmentación de la representación, del preciosismo del blanco y negro o la explotación del grano, a la sobreexposición o el velado de la película vencida, de la precisión profesional en la toma de un arma y su escenografía recreada in situ, a la espontaneidad técnica y vital en la toma aficionada de un preso.     

de la serie "Inventario"
de la serie "RIP"
de la serie "RIP"

Ahora bien, lo que más me llamó la atención en las actuales interacciones entre archivo, documento y ficción de estas series fotográficas en esos antiguos recintos carcelarios, fueron justamente esas pequeñas “capturas”  fotográficas de los presos semi-anónimos (solo podemos intuir sus nombres por sus iniciales), que expone el fotógrafo en un sutil gesto de reconocimiento  y visibilización de esas personas e imágenes. 


Ese “dar la voz”, en ningún momento apela a la explotación efectista de esos espacios y los sujetos en las difíciles condiciones que lo habitan, sino que más bien prioriza los cotidianos y pequeños detalles que captaron sus protagonistas-fotógrafos: desde una cama tendida a un techo que ofrece luz, de un viejo televisor a un desdibujado grafiti, de las abstractas rejas en una ventana a un árbol talado, o unas flores. 


de la serie "Gráfica de encierro".

Es en ese gesto de ceder la cámara -y la autoría- al “otro”, de convertir a esos presos en hacedores de imágenes en sus propios espacios vitales de confinamiento, de proponernos a través de un montaje poco convencional que hagamos un esfuerzo por detenernos a mirarlas y procesar las implicaciones de lo que vemos, donde se hace evidente el modo en que el fotógrafo establece su empatía y compromiso con los temas que aborda. 


Una conexión y cercanía asumidas en medio de esas resbaladizas fronteras -estéticas y éticas- de la fotografía,  donde colisionan lo documental y lo ficcional, lo poético y lo humano; donde podríamos cuestionarnos, además,  cómo nos apropiamos de esas imágenes  y reconocemos sus evidencias y veladuras, sus ambiguedades y paradojas.    

*Esta exposición se realizó como colaboración entre el Museo Nacional y el Museo de Arte Diseño Contemporáneo.
 Curaduría: Adriana Collado-Cháves. 

. Referencias: 


25 dic 2011

Joan Fontcuberta: De facto (exposición antológica)

Joan Fontcuberta:De Facto 
reseña crítica aparecida en la revista Exit Express 
a propósito de la exposición antológica en el Palacio de la Virreina  

"Fácilmente aceptamos la realidad, acaso porque intuímos que nada es real". 
Jorge Luis Borges

La exposición antológica De facto: 1982-2008, de un supuesto fotógrafo llamado "Joan Fontcuberta", en el Palacio de La Virreina, Barcelona, transcurre dentro de un laberinto borgeano de historias ficticias, que adquieren vida en referencias cruzadas que van y vienen: de la ciencia ficción (Soyus 2), a la astronomía (Constelaciones); de la biología (Herbarium) a la arqueología (Sirenas); de los estrechos vínculos entre arte y fotografía (Orogénesis, Palimpsesto, Frottogramas), a minimalistas relaciones entre política y geografía (Securitas); de  la religión y el embuste (Milagros and Co) a la comunicación y  el terrorismo (Deconstruir Osama); de la ciudad y el urbanismo (Barcelona), a la Internet y sus recodos infinitos (Googleramas).  

de la serie: "Fauna" (1987)
En este complejo jardín borgeano de senderos que se bifurcan, en esta entropía de imágenes, textos y referentes históricos, espaciales, científicos, políticos, artísticos, filosóficos -entre otros-  tal vez lo primero que llama la atención es el nombre mismo de la muestra: De facto, suerte de paradójica alusión a temas y hechos aparentemente palpables, tangibles, los cuales se expresan a través de imágenes, discursos y narraciones, que a su vez suspenden en un limbo difuso esas mismas representaciones que desata. 

Como él mismo lo dice en una entrevista de manera algo engañosa, pero precisa: "Mi trabajo tiene mucho que ver con el ilusionismo. La principal técnica del ilusionista es desviar la atención. Cuando miras a un lado, te la cuela por el otro…Lo importante para mí no es tanto la foto como su contraste, su diálogo con otros elementos…Hago intervenciones paródicas, acciones de intoxicación informativa, que sirven para llamar la atención sobre los peligros de la credulidad. Algunas de esas obras quedan como caballos de Troya o bombas de relojería sin estallar, esperando su ocasión”. 

de la serie "Googleramas" (2005)
Por eso, siguiendo las mismas recomendaciones que ofrece ese tal Joan Fontcuberta, prefiero adscribirme a esa “filosofía de la sospecha” -de Nietzsche y Benjamin a Barthes y Baudrillard- como actitud de (in)certidumbre frente a las imágenes que expone y a los dispositivos fotográficos que activa, sobre todo teniendo en cuenta que no sabemos quiénes son  esos personajes -¿heterónimos pessoanos?-  que nos propone De facto: Iván Istochnikov, ese desafortunado cosmonauta soviético perdido en el espacio, y en la historia, allá por 1968; o Peter Ameisenhaufen, un naturalista alemán, candidato a premio Nobel, también extrañamente desaparecido; quizás Jean Fontana, ese curioso paleógrafo que descubrió en Salamanca a un homínido acuático semejante a una sirena (hydropithecus del Mioceno), especie de eslabón clave de la evolución humana; o tal vez algunos otros excéntricos personajes, como el temerario periodista infiltrado en las huestes de Osama Bin Laden, o aquel monje de Karelia, que hace milagros de crionización, levitación y ubicuidad, en un monasterio remoto entre Rusia y Finlandia. Quizás por ello Fontcuberta también ha afirmado: “Ofrezco mentiras desactivadas para que el público se prevenga de las verdaderas, de las grandes mentiras. Es como inocular vacunas, para crear anticuerpos…Pretendo que la gente sea precavida, que haga funcionar su sentido común...” 

de la serie "Karelia, Milagros & Co" (2000)
de la serie "Deconstruyendo Osama" (2004)
Por otro lado, este extraño personaje llamado Joan Fontcuberta, podría ser también alguien que ha ganado importantes premios de fotografía, como el David Octavius Hill de Alemania, la Orden de las Artes y las Letras en Francia, el Premio Nacional de Fotografía y más recientemente el Premio Nacional de Ensayo por La cámara de Pandora. O que ha compilado selecciones fundamentales de textos como Estética fotográfica; Ciencia y fricción. Fotos, naturaleza y artificio; El beso de Judas. Fotografía y verdad. Y que ha afirmado a propósito de ello: “escribir sobre arte es una forma de hacer arte. El texto no está separado de la imagen”. 


Pero no solo escritura y texto se entrelazan en este viaje De facto. También se confunden “realidades” y “ficciones”  que construyen constantemente pruebas de verosimilitud, en tanto forma de poner en suspenso la credibilidad misma de esas imágenes y narrativas. Tal vez por eso el propio  Fontcuberta ha dicho: Mi trabajo es muy poliédrico, con un eje común: la crítica a la verosimilitud de la fotografía. Algunas obras son más de investigación de la imagen, de cómo la imagen representa la realidad…Yo apuesto por un trabajo que permita una multiplicidad de lecturas. Quiero que mi obra se independice de mí mismo, de forma que cada espectador pueda establecer con ella un diálogo propio… La fotografía no desvela, sino que siembra la duda, la incertidumbre…” 
 
"El origen del mundo", de la serie "Googlerama" (2005)
 
de la serie "Hemogramas" (2000)

Esa incertidumbre, esa duda, esa sospecha se aúna a la parodia y la ironía,  para poner en puntos suspensivos las funciones y sentidos mismos de lo fotográfico, pues como el propio fotógrafo ha dicho, “es la mirada la que crea”, siguiendo de alguna manera el precepto “saber mirar es un modo de inventar”, de aquel díscolo compatriota suyo llamado Salvador Dalí.

La capacidad de saber mirar para inventar, para crear, es una dimensión que explora casi infinitamente De facto: desde la fotografía análoga a la digital, de la instalación al video, del texto a la imagen. Por eso Iván de la Nuez, el comisario de esta exposición, en algún momento escribe que si el arte y el pensamiento  han apostado con anterioridad a que la imaginación ascendiera al poder (1968), o por el contrario, dar poder a la imaginación (hoy), lo que propone esta muestra es más bien dar “imaginación a la imagen”.

Esa indagación interrogativa sobre las nuevas mediaciones y condicionamientos de la llamada "imagen pos-fotografica" (ver abajo el "manifiesto" del artista), ha llevado a Fontcuberta en los últimos años a la realización del proyecto "A través del espejo", en el que se apropia de múltiples imágenes que diversas personas, sobre todo jóvenes, realizan de su propio cuerpo ante el espejo, poniendo en evidencia ante la propia cámara aficionada, a través del recurso a la "pose", los mecanismos de permanente narcisismo-exhibicionismo-voyeurismo que se han expandido como novedosa forma de gestionar identidades personales en las redes sociales virtuales. 

Como lo expresa el propio Fontcuberta, cuando se refiere a esas "nuevas retóricas expresivas"  de lo posfotográfico en esos nuevos medios virtuales de socialización, donde se disuelven de alguna manera las diferencias entre fotografía "profesional y aficionada",  pero también los vínculos entre cuerpo virtual y cuerpo real, y en última instancia, entre ficción y realidad:  La foto como acto solemne desaparece, también el autor profesional, es parte del proceso histórico de secularización de los que confeccionan las imágenes...Ahora cada uno puede gestionar la imagen que quiere dar al mundo...Con ello la fotografía se desritualiza, ya no se reserva los momentos solemnes. Al contrario: la disponibilidad, la facilidad y la oportunidad de fotografiarlo todo empuja a la foto digital a infiltrarse en el tiempo y en el acontecimiento de lo cotidiano. Hoy todos somos autores de nuestras propias imágenes, nos hemos convertido a la vez en homo fotograficus y en homo spectator. Es cierto que en, esa tesitura, el carácter autoral está en entredicho, pero a cambio de ser, por fin, responsables y dueños de nuestra imagen”. 

Por eso, retomando el exergo de Borges al inicio de esta reseña, habría que volver a otra célebre frase del irónico argentino, relacionada esta vez con la im-posible percepción de la identidad en las prácticas pos-fotográficas contemporáneas, a partir de la ambigua ficción que crea esa otredad especular, que se hace y se deshace, se dibuja y se desdibuja continuamente, cada vez  que lanzamos un clic sobre nosotros mismos: "Estoy solo y no hay nadie ante el espejo".  
 

A través del espejo (2009-10) 






31 ago 2010

Only you. Siempre allí

Siempre allí: la trascendencia del trayecto...

texto curatorial a la exposición  
Only you. Siempre + PLC(A)

Luego de un intenso y extenso recorrido por contextos tan disímiles como Suecia, Inglaterra, España, Chile, Uruguay o Ecuador, Carlos Capelán expuso en el Museo de Arte y Diseño Contemporáneo de Costa Rica, Only you. Siempre allí + Post-Colonial Liberation Army (rematerialización). Este es el texto curatorial de la exposición.
Como título principal de su muestra itinerante, Capelán tomó como pretexto una famosa canción del grupo vocal The Platers -Only you-  donde lo emotivo de esta antológica letra es apropiada para dar un sentido de cercanía, de rejuego intimo con el espectador, de interacción duchampiana: visual, cognoscitiva, pero también vivencial, psicológica, lúdica. Por otro lado, con su fotografía de múltiples imágenes Siempre allí, remite a la palabra Moravia (localidad en San José de Costa Rica), que el artista se tatuó en su antebrazo,como inefable símbolo de presencia, pues al recorrer los más disímiles sitios geográficos con ella, de alguna manera Capelán difumina la noción de “lugar” como centro de reflexiones en su exposición.  Por otra parte, ese “Siempre allí”  me recordó también aquel minúsculo y genial cuento del escritor guatemalteco Augusto Monterroso, que reza únicamente: “Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, haciéndonos de alguna manera participes de lo misterioso, de lo inquietante de esa ambigua noción de “lugar”. Ese sentido escurridizo del espacio se amplia visual y conceptualmente en las fotografías No Matter, donde cielo y nubes manipuladas digitalmente, retratan esos dos elementos etéreos e inasibles como espacios más metafísicos que palpables. Por otro lado, la presencia de la idea de “rematerialización” en sus múltiples descomposiciones y recomposiciones, se expresa además en las hieráticas fotos de pájaros disecados en sus trasfondos supuestamente naturales, para evidenciar los borrosos –e incluso hasta morbosos- vínculos entre imagen y realidad, representación  y espacio físico.
Ahora bien, donde la intervención de Carlos Capelán adquiere rasgos de un barroquismo factual, visual y conceptualmente más exacerbado,  es en el mural-instalación Siempre allí II, donde una vetusta pared de la sala 1 del MADC se convirtió en el excepcional soporte de unas abigarradas interacciones entre lo técnico, lo lingüístico y lo visual, entre la bidimensionalidad y la tridimensionalidad, a través de confluentes elementos de dibujo, grabado, escultura, entrelazados con figuraciones a-morfas y términos que se superponían de un modo aparentemente contradictorio o entrópico, tal como lo han expuesto en sus reflexiones acerca de lo “neobarroco” escritores como Severo Sarduy o Gilles Deleuze; y que precisamente alcanzaban algún sentido, quizás en la caoticidad misma de lecturas que se entrecruzaban dentro de este mural-intervención.
Sin embargo, justo a la par de este gesto grandilocuente e inmenso, la pequeña y etérea foto My avantgarde is bigger than your avangarde, nos proponía de manera metafórica e irónica, esa necesidad de superioridad y de competencia tan propia de las relaciones de poder en el sistema de la cultura y el arte modernos -y contemporáneo, por supuesto- que se expresa tanto de forma macro (entre países o regiones), como micro (entre artistas, especialistas, gestores…). En contrapunto, pero vinculado también a esa idea de lo entrópico y la identidad difuminada, podíamos apenas discernir una especie de “autorretrato” de Capelán a partir un casi imperceptible dibujo a lápiz sobre pared; y en un sentido totalmente contrario, la imponente instalación Homenaje a Tatlin, donde una sinuosa espiral de sillas verticales, rememoraba de manera crítica aquella utopía moderna (arte-diseño-sociedad) del socialismo soviético temprano de los años 20’ y sus posibles lecturas contemporáneas.
Por otro lado, en Only you. Siempre allí eran sumamente llamativas un conjunto de videos situados irregularmente en un mismo espacio, que interactuaban para hacer evidentes dos temas relativos a este lenguaje que a Capelán le interesa explorar: por un lado cuestionar la utilización indiscriminada de este recurso, basándose únicamente en el uso (y abuso) de sus posibilidades tecnológicas; y por otra parte, hacer visibles los distintos comunicados del PCLA(r) (Post Colonial Liberation Army- rematerialización), que ha sido una de las estrategias “anónimas” más activas de este artista a lo largo de los últimos años para poner en evidencia, no solo las contradicciones y paradojas internas (estéticas, mercantiles, institucionales), dentro del sistema del arte contemporáneo, sino también en sus connotaciones extrartísticas (geopolíticas, sociológicas, psicológicas, antropológicas).  En esta exposición Carlos Capelán exploraba además, de manera profunda y fluida, ejercicios pictóricos que interactúan constantemente con el dibujo o el grabado (lenguajes fundamentales en casi toda su producción “histórica”) y que, como expresa el mismo artista, intentan explorar complejos “mapas de lecturas”, es decir, signos estéticos, textuales, conceptuales y de experiencias humanas, donde las búsquedas artísticas y vitales de Capelán se reconfiguran continuamente. Así, como ha propuesto  sagazmente el crítico y curador David Barro: “[Capelán] actúa a la manera de un cirujano capaz de operar en nuestra realidad cultural para proponer lecturas (…) Como espectadores debemos decodificar cada gesto, cada fragmento, cada detalle…”   
Finalmente, para terminar este acercamiento a Only you, narro una anécdota del montaje que –pienso- resulta significativa de una de las fundamentales intencionalidades y búsqueda de este artista. Cuando trabajaba -o más bien cuando se cansaba de trabajar- en sus intervenciones, arco y flechas mediante, Capelán disparaba a un blanco en el extremo de la sala. Al ver, una y otra vez, este excéntrico ejercicio de ¿desestresamiento, concentración, pasión? pensaba, como expresó alguna vez el poeta José Lezama Lima retomando la idea del filósofo Zenón de Elea acerca de los metafísicos vínculos entre el arco y la flecha, el trayecto y el espacio, que quizás lo más importante, lo más trascendente de estos lanzamientos de Capelán (y creo que, elípticamente, de todos sus acercamientos artístico-vitales), no es tanto el destino mismo de la flecha, su lugar final, sino esforzarse en discernir, en cuestionar e incluso en disfrutar, los posibles sentidos y las infinitas posibilidades en las trayectorias de esas flechas…
Nació en Montevideo y reside de Lund, Suecia y Santiago de Compostela, España. Es profesor en la Academia de Arte de Vestland, Bergen, Noruega. Capelán ha presentado su obra a nivel individual en el Museo Nacional de Artes Visuales, Montevideo, Uruguay (onlyyou / una cierta noción de lugar, 2005);  Museo Nacional de Bellas Artes, Santiago, Chile (onlyyou / no había nadie allí, 2005); Baltic Centre for Contemporary Art, Newcastle, UK (onlyyou, 2004); Umeaa Den 1a på Moderna, Moderna Museet, Estocolmo, Suecia (Ceci n'est pas un video, 2004); Bildmuseet, Umeaa, Suecia; (onlyyou, 2002); Gary Nader Fine Arts, Miami (Low Tide / Technologies, 2002); Galería Angel Romero, Madrid, España (Post-Colonial Liberation Army (rematerialización) – objetos artísticos, 2001); WeltSichten, IFA Galerie, Berlin, Alemania (Hommage to the Native Nations of Alemania, 1999); Fundación TeorÉtica, San José, Costa Rica (400 metros al norte del quiosco del Morazán, 1999); New Work Series, Miami Art Museum of Dade County, Miami, USA (A painting representing space, 1997); Galerie Monique Knowlton, New York, USA (Die Welt als Vorstellung, 1997); Museo Extremeño e Iberoamericano de Arte Contemporáneo, Badajoz, España (La casa de la memoria, 1997); Museum of Contemporary Art, Chicago, USA (Façade, 1995); Museu da Gravura, Curitiba, Brazil (XI Mostra America, 1995); V Bienal de la Habana, Habana, Cuba (Song to myself, 1994); Kulturhuset, Estocolmo, Suecia (Bedia och Capelán,1993); Lunds konsthall, Lund, Suecia (Kartor och Landskap, 1992); Subte Municipal, Montevideo, Uruguay (Mapas y Paisajes, 1992); III Bienal de la Habana, Habana, Cuba (1989); Massachusett School of Art, Boston, USA (Rituals and Surfaces, 1987).